lunes, 23 de diciembre de 2013

Flor y charco

No penséis lo contrario
estoy aquí porque quise
en éste charco, bañada en sus reflejos






 
                                                             Fotografía de Mikel Barrero

Flor y asfalto

Esfuerzate pequeña, 
ponte en pie; llora, rabia, salta, grita 
no te rindas, estás viva.




                                                                Fotografía de Mikel Barrero

Bellota y asfalto

Juguemos pues la vida,
en un duelo a versos
asfalto contra bellota.






                                                            Fotografía de Mikel Barrero

sábado, 16 de noviembre de 2013

Angel negro

Un rayo blanco mató al ángel negro,
bajaron flotando sus alas.







Fotografía de Mikel Barrero
                                                                                                                                         

viernes, 8 de noviembre de 2013

Cicatrices

Enciendo la lamparita baja. Duermes. 
Cuento una docena de tus respiraciones, me gusta verte dormida profundamente; tienes mal dormir, pero ahora lo estás haciendo de libro.
Te cuento otra docena de veces.
Tu brazo está estirado y ahí están ellas,
tus cicatrices,
recuerdos de tu pasado enterrado.
Al principio no fue fácil encontrarlas, pero cuando me las descubriste, cuando me explicaste todo, tus intentos de suicidio en el pasado cercano, aquella vida invivible, tu rabia, tu confusión, tu rebelo...las miro con cariño. Son letras impresas en tu brazo, son tú y me gusta mirarlas, mirarte.
Brillan por el refilar de la luz,
ya dejaron de gritar ahora están calladas.
Quedaron ahí y les agradezco que no se hicieran más profundas, más fuertes, más grandes.
En tu brazo se ve la cremallera de los puntos que un día, o noche, unieron tu piel. En la oscuridad parecen el brillar de una sonrisa que expresa que ya pasó todo.
Las miro,
las acaricio,
siento latir tu sangre por ellas,
cuento una docena de pálpitos y otra docena de tus respiraciones.







Bellas, incrustadas entre el bosquejo colorido de tus tatuajes, recuerdo de tu pasado, una sonrisa que brilla...tú.
Te beso,
las beso,
sigues durmiendo,
te acaricio y las vuelvo a acariciar,
se dibuja una sonrisa en tus labios, tus cicatrices también sonríen, todo va bien.
Apago la luz, me va invadiendo el sueño, aquí, junto a ti...                                               







miércoles, 16 de octubre de 2013

Paso de cebra


Un domingo cualquiera por la mañana.

Llego a un paso de cebra con semáforo,
está en rojo,
miro a izquierda y derecha,
no hay ningún coche a la vista,
cruzo la calle sin pisar las rayas blancas ni esperar a que se ponga "en verde".

Los niños preguntan por qué paso sin esperar la señal y los padres recriminan mi conducta.
En la acera ellos, todos con deportivas y chándales, esperan a que el semáforo les de permiso para pasar, luce el verde y empiezan a cruzar.
Los niños han oído que a las cebras no les gusta que les pisen las rayas blancas y no lo hacen ellos, ni dejan que lo hagan sus padres. Pisan las negras y cuando van por la mitad, alguien pisa una raya blanca y … todos caen; de inmediato son tragados por el asfalto y desaparecen. Era una trampa.
Antes de perderse en las profundidades, algunos consiguen agarrarse a los bordes de las rayas blancas; solo se ven sus manos, pero por poco tiempo. Las rayas blancas se cierran de golpe y después de un chasquido quedan unos dedos cortados en la calzada.
Las gaviotas -que sobrevuelan las calles los domingos por la mañana- se llevan los dedos para dárselos de comer a sus pollos.

Luego pasa la máquina limpiacalles y allí parece que no ha pasado nada.

Al poco el semáforo vuelve a estar en rojo. Más padres con sus niños en deportivas se paran cívicamente esperando a que el semáforo se ponga en verde.





                                                          Fotografía de Mikel Barrero